viernes, 17 de agosto de 2012

50.No me mires con los ojos, hazlo con el corazón


Salimos de la ducha, ella se queda secándose en el baño, yo en cambio me seco en un momento y me visto rápido.
-Espérame aquí, no bajes-le digo antes de salir de la habitación.
Ella sonriendo me pregunta por qué pero no respondo, simplemente voy a la cocina y empiezo a preparar el desayuno. Ella impaciente me pregunta que estoy haciendo, yo solo la digo que espere y me la imagino poniendo gesto de fastidio. Sonrío. Lo pongo todo en una bandeja y lo llevo con cuidado. Está sentada en la cama esperando, se ha puesto un vestido blanco y su pelo está mojado todavía.
-Justin-susurra sorprendida.
-Buenos días princesa-digo dejando el desayuno a su lado con una sonrisa.
-Gracias-dice antes de levantarse y darme un beso-No hacía falta...
Sus ojos se inundan pero su sonrisa no se borra.
-No llores-susurro antes de abrazarla, pero no para de llorar.-Eh cariño, no llores.
-Justin, es que nadie me había tratado nunca tan bien, pensaba que los chicos como tú no existían. Eres maravilloso, a tu lado todo es diferente y tengo miedo de que algún día no pueda ser tan feliz como lo soy ahora contigo-dice abrazándome más fuerte.
-Te quiero Kelly.-susurro-No tengas miedo.
No quiero perderla, es lo mejor que tengo, es mía, mi niña, mi amor, mi princesa... Ella es la que me ha enseñado a querer, a querer de verdad, la que me ha enseñado a ilusionarme, la que me ha enseñado a soñar despierto...
Dejo de abrazarla y la doy un beso mojado sobre los labios
-Bueno, ¿desayunamos?-digo sonriendo.
Asiente y nos sentamos en la cama, desayunamos hablando de tonterías, pero cualquiera de esas tonterías me hace sonreír, ella también sonríe todo el rato. Me gusta ver su sonrisa, siempre, todos los días, sea la hora que sea, pero me encanta verla. Cuando ella sonríe se activa un mecanismo mágico y automático dentro de mí y entonces sonrío yo también cada vez que ella lo hace. Me encanta que sus mejillas parezcan mas gorditas y se sonroje. Me encanta ver sus ojos verdes brillar porque parecen más bonitos de lo que ya son. Pero lo que más me gusta de todo es hacerla sonreír, siempre lo consigo y me siento bien por eso, es una sensación maravillosa saber que la he echo sonreír e incluso me parece imposible que yo la haya echo sonreír, pero si, lo hago, a cada instante, cada vez que hablo con ella, cada vez que la beso, cada vez que la abrazo... La hago sonreír siempre.
-¿En que piensas?-pregunta.
-En nada-digo mirándola.
-Venga, tenías cara de tonto-dice riendo
Ah, guay, o sea que cuando pienso en ella pongo cara de tonto. Joder, pues entonces debo de tener cara de tonto todo el día... Ay Bieber... ¿Quién me iba a decir a mí que acabaría tan enamorado de ella? ¿Enamorado? ¿Acabo de pensar que estoy enamorado? Bueno, vale, reconozco que estoy enamorado de ella...
-Justin-llama mi atención, es verdad no la he respondido, ¿a que tenía que responderla? Me he quedado en blanco-Si es por lo de que tenías cara de tonto, tranquilo que era una broma.
Y estalla en una carcajada. Me empiezo a reír yo también como un auténtico imbécil porque no sé de qué me río. Cuando paro de reírme me quedo mirándola, después ella también me mira a mí con una sonrisa.
-Oye, ¿por qué no vamos a la playa?-pregunta
-Vale
Me llevo la bandeja a la cocina y lo dejo ahí sin preocuparme. Ella en seguida viene a mi encuentro, no se ha cambiado de ropa, pero ahora lleva un biquini de rayas debajo del vestido que se le transparenta. Yo voy corriendo a cambiarme los pantalones por un bañador. Listo. La cojo de la mano y salimos. Caminamos despacio por la arena, su pelo se mezcla con el aire caliente y se mueve libre.
-Este sitio es muy bonito, ¿cómo lo conocías?-pregunta mirándome.
-La casa es de mi padre, he venido solo una vez pero le he pedido las llaves para traerte porque sabía que te gustaría.
Sonríe y se para en seco para después darme un abrazo, yo la abrazo más fuerte y sus pies se levantan del suelo. Me separo y me quito la camiseta, ella se queda mirándome.
-¿Quieres un cubo?-pregunto divertido.
-Estúpido-me da un golpe flojito en el hombro.
-No, si es por ti que casi se te cae la baba-digo riendo.
-Justin-se queja y viene directa a pegarme pero salgo a correr y ella viene a por mí.-Ahora no corras, verás cuando te coja.
Grita riendo detrás de mí, yo me río a carcajadas. Me paro y me la cargo en el hombro como un saco de patatas.
-¿Qué haces? ¿Estás loco?-me pega golpes en la espalda.
Voy hacia el agua y me voy metiendo en el agua, está helada pero me da igual.
-No, no, no, Justin, por favor-me pide y me agarra fuerte.
Su pelo ya toca el agua.
-Se me está subiendo la sangre a la cabeza-dice riendo-lo digo en serio.
Normal, está boca abajo...
-Tranquila si te suelto en seguida...
-Pero si no te he echo nada, has sido tú el que ha dicho lo del cubo.
Me río.
-Tápate la nariz, preciosa-le digo antes de soltarla en el agua.
Sale y chapotea en el agua.
-¿Eres idiota?-se hace la enfadada pero la conozco lo suficiente como para saber que tiene ganas de reírse.
Viene hacia mí y me intenta dar pero la agarro las muñecas y no las puede mover.
-¿Te has despertado con ganas de pegarme o qué?-le digo alzando las cejas.
-Es que me pones de los nervios-dice mirándome a los ojos.
-Pero si no te he echo nada-digo riendo.
-Mentiroso... Has empezado con lo del cubo para las babas, que por un lado no sé a que viene porque tu cuerpo no es para tanto y luego me tiras al agua... ¿Qué va a ser lo siguiente?
La acerco a mí y beso su cuello un par de veces, deja de hacer fuerza con las muñecas y la suelto, llevo mis manos a su cintura y sigo besando su cuello, ella lleva sus brazos a mi cuello y se cuelga a mí. Suspira. Me separo de golpe.
-¿Has visto? Si te mueres por mí, gatita...
-Eres tonto, sabes que me encantas, era una broma.
-Lo sé-susurro.
Hoy va a ser un día perfecto, estoy seguro...
Y de repente la beso. Un beso totalmente libre. Ella se deja besar y en viento intenta pasar entre nuestros labios, nuestra sonrisa, nuestras mejillas, entre nuestro pelo... Pero nada, no lo consigue, no pasa. Nada nos separa. Sólo oigo pequeñas olas que se rompen debajo de nosotros, la respiración del mar, que hace eco en nuestras respiraciones, que saben a sal... Y también saben a ella.

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